Diferencia entre revisiones de «Manual de Instrucciones»

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(Página creada con «Julio Cortázar denominó al primer apartado de su libro "'''Historias de Cronopios y de Famas'''", "'''Manual de Instrucciones'''". Lo encabezó con el siguiente texto:...»)
 
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* [[Instrucciones para quitar una mancha rebelde]] por [[Usuario:Silvia Ariana|Silvia Ariana Pirillo]]
 
* [[Instrucciones para quitar una mancha rebelde]] por [[Usuario:Silvia Ariana|Silvia Ariana Pirillo]]
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* [[Instrucciones para desapercibir]] por [[Usuario:Hernán Cazzaniga]]
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Cualquier  lector apercibido se habrá percatado ya de que en los diccionarios virtuales de la lengua castellana no figura el verbo desapercibir.
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Quizás esto no le provoque extrañeza en razón precisamente de su carácter de sujeto prevenido.
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Ocurre que la extrañeza es lo que viene a posteriori de la sorpresa, algo así como un posvenido de un suceso para el cual uno no estuvo  advertido o bien que no ocurrió tal y como estaba prevenido. Sí, encontrará la palabra desapercibido.
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Que figure el acto de desapercibir solo como un participio pasado elimina la posibilidad de hacerla participe de  toda futuridad e incluso actualidad y esto se ve agravado por el hecho de que tampoco el gerundio es hallable, como si no se pudiera estar desapercibiendo.
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Sin embargo, la de desapercibir es la actitud de quien navega mundanamente sin prevenciones, abierto a la posibilidad de experimentar al mundo  sin referencia a lo ya conocido, desprevenidamente. Por lo tanto para practicar el desapercibimiento como acto voluntario es indispensable ejercer el olvido de un modo activo, de acceder a un tipo específico de estado de amnesis, que elimine cualquier fórmula preventiva.  Para lograrlo es necesario borrar apercibimientos e instrucciones que le den pista a uno de cómo interpretar  el transcurrir y una vez borrados transcurrirtranscurriendo, es decir andar mentedesapercibido de instructivos.

Revisión de 22:10 19 sep 2014

Julio Cortázar denominó al primer apartado de su libro "Historias de Cronopios y de Famas", "Manual de Instrucciones".

Lo encabezó con el siguiente texto:

"La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrise paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañan topar con el paralepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero «Hotel de Belguique».

Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.

Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para remover el café. Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los numeros que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso. ¡Oh, cómo cantan en el piso de arriba! Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina."''


Y a continuación, escribió diversas instrucciones:

  • Instrucciones para llorar
  • Instrucciones-ejemplos sobre la forma de tener miedo
  • Instrucciones para dar Cuerda al Reloj
  • Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
  • Instrucciones para entender tres pinturas famosas
  • Instrucciones para matar hormigas en Roma


Vaya aquí en versión completa quizá la más famosa de las instrucciones, a modo de ejemplo:




Ìndice de instruccciones


Cualquier lector apercibido se habrá percatado ya de que en los diccionarios virtuales de la lengua castellana no figura el verbo desapercibir. Quizás esto no le provoque extrañeza en razón precisamente de su carácter de sujeto prevenido. Ocurre que la extrañeza es lo que viene a posteriori de la sorpresa, algo así como un posvenido de un suceso para el cual uno no estuvo advertido o bien que no ocurrió tal y como estaba prevenido. Sí, encontrará la palabra desapercibido. Que figure el acto de desapercibir solo como un participio pasado elimina la posibilidad de hacerla participe de toda futuridad e incluso actualidad y esto se ve agravado por el hecho de que tampoco el gerundio es hallable, como si no se pudiera estar desapercibiendo. Sin embargo, la de desapercibir es la actitud de quien navega mundanamente sin prevenciones, abierto a la posibilidad de experimentar al mundo sin referencia a lo ya conocido, desprevenidamente. Por lo tanto para practicar el desapercibimiento como acto voluntario es indispensable ejercer el olvido de un modo activo, de acceder a un tipo específico de estado de amnesis, que elimine cualquier fórmula preventiva. Para lograrlo es necesario borrar apercibimientos e instrucciones que le den pista a uno de cómo interpretar el transcurrir y una vez borrados transcurrirtranscurriendo, es decir andar mentedesapercibido de instructivos.